José Fernández Ríos (Orcera, Jaén, 24 de abril de 1964), también conocido como José Ríos, es un pintor hiperrealista y escultor. Muy conocido en las provincias de Jaén y Málaga por las múltiples obras de su autoría que pueden observarse al aire libre en calles, glorietas y paseos de la geografía de estas dos provincias. Ríos llega ahora a Renace con “Broken Paradises. Óleo sobre óleo”, una divertida apuesta, en la que interpreta, y amplía, a su manera los típicos paisajes que decoraban las casas de la España en blanco y negro, y de los primeros años del color. La muestra, que se abrió el jueves 14 de enero, podrá visitarse hasta el próximo 28 de febrero.

EL INGENIO Y EL ULTRAJE

Hete aquí que J. F. Ríos ha profanado una concepción del arte que jamás hizo daño a nadie, muy al contrario: gracias a ella, sus creadores comían, ni más ni menos, y sus adquirientes lograban el remate sensible de la salita soñada en la que embelesar el cautiverio de las letras del piso. Aquello era arte porque se veía algo que sabías lo que era sin necesidad de guiñar los ojos, evocador, bonito, a veces misterioso y siempre muy bien hecho, como debía ser, de la misma forma que los versos de las poesías tenían que pegar, las canciones emocionar y las películas acabar con la derrota de los malos, y todo lo que no fuera eso: mamarrachadas, modernismos y chominás de las que podría hacer mi chiquilla, que cumple seis años ahora, en septiembre, el cuatro, ¿qué que no?, no, calla, el cuatro no, el cinco, el cinco los cumple, que me he confundío.

O sea que, por respeto a la memoria de nuestros pobres y cutres antepasados —tan afanosos y tan tontos y tan aversos a la pared pelada—, esta exposición debería ofendernos mucho en el Twitter y en el Facebook, según moda, pero es que no va a poder ser, maldita sea, no va a poder ser porque al profanador José Ríos le estorban el grandísimo ingenio que posee y la socarronería montaraz que se gasta a la hora del ultraje, un acto de contrición que todo artista debería realizar al menos una vez en su vida para no irse del padrón estragado de higiene y, lo que es peor, habiendo estragado bastante a las personas. Broken Paradises, que, bien escrito, significa Paraísos Rotos, es a la vez un dónde están Wally y las tijeras de la Virgen rodeados por un círculo y señalados por la flecha del «aquí los tiene usted», un cachondeo aposta sobre el cachondeo al óleo con el que alguien vistió de Louvre y Prado su existencia doméstica, el reciclaje humorístico y crítico de unas pinturas ya aborrecidas que, hoy, cuando por las sublimidades te cobran cinco céntimos más si pides bolsa, muchos vamos a querer volver a colgar en nuestras milenialísimas salitas diáfanas y con el gotelé quitado.

Texto: Jesús Tíscar Jandra